lunes, 9 de junio de 2008

“Pero yo sigo sospechando que los viajes son, en realidad, otra cosa (...) Esto que afortunadamente es obsceno, que no se puede contar. El resto, los relatos, pronto se vuelve desconocido, ajeno".
Caparrós, Martín,
Crónicas

Y o también sospecho como Caparrós que los viajes consisten en buena parte en las pequeñas o grandes cosas que recordamos de ellos por su singularidad o por la huella que dejaron en nosotros de alguna forma. E imitándolo, citaré algunos recuerdos que aún rondan en mi cabeza del viaje a Israel que hice este verano. Este viaje fue…
El olor fuerte a especias exóticas fusionadas en cada shuk (feria callejera) que recorrí. O las anécdotas de un soldado de mi misma edad que había pasado cuatro semanas encerrado en un tanque en la guerra contra el Líbano. O las señales de tránsito siempre escritas en hebreo, árabe e inglés; o las telenovelas argentinas subtituladas en ruso. O el moderno sistema fotográfico de peajes en las rutas. O sumergirme en el Mar Rojo, mar en el que, según cuenta la leyenda, Moisés dividió sus aguas para que todos los judíos pudieran escapar de los egipcios; y al bucear en él experimentar la grata posibilidad de escaparme de la tierra y de todos los hombres que la pisan, y vivir por media hora en la paz que reina en el mundo marítimo. O la recomendación de no ir de cuerpo ni tener sexo en las 24 hs antes de meternos en el Mar Muerto, para evitar los ardores que genera el agua densamente salada del mismo. O visitar el museo más impactante e interesante que vi en mi vida, el museo de la Shoá (Holocausto) en Jerusalem y llorar mientras un sobreviviente nos narraba las experiencias más humillantes que jamás podría haber imaginado. O recolectar mandarinas una tarde soleada en un kibutz y comer aquéllas que se abrían al arrancarlas. O conocer a la parte de mi familia que vive allí, y ver en mi tío los mismos gestos y modos de hablar de su hermano, mi papá. O compartir unas cervezas una noche en el hotel de Tel Aviv con unos estadounidenses bohemios al son de su música country. O darme cuenta de lo presente que está en el pueblo judío de Israel su independencia, independencia que desde que fue obtenida, defienden hasta el día de hoy. O la bronca que sentí al tener que irme sin haber podido visitar el Via Crucis y la tumba de Shindler…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta bueno...=)

Pero no creo q hayas puesto todos los recuerdos...

beso dai

Laura dijo...

A mí también haber leído eso me hizo recordar viajes,y lo mejor de eso fue no recordar el viaje en su totalidad sino pequeños grandes momentos.

Saludos,
Lau.-